Nuestros sentidos son las
puertas de las cuales nuestra mente recibe información del mundo externo, por
eso es que se dice: “cada cabeza es un mundo”, nuestros sentidos desde
pequeñitos nos ayudan a percibir el mundo.
Con nuestros ojitos
percibimos el mundo de los colores y de las formas.
Con nuestros oídos
aprendemos a orientarnos y a diferenciar los sonidos y los timbres.
Primero con nuestra boca
y después con nuestras manos exploramos la superficie de las cosas, la
consistencia, el calor o el frío del objeto, todo lo que nuestros ojos y
nuestros oídos no pudieron decirnos de ese juguete o de ese artículo.
Finalmente con nuestro gusto
y nuestro olfato, que son sentidos instintivos y químicos,
clasificamos el mundo en agradable o en desagradable.
Sin el estímulo necesario
de los sentidos, el aprendizaje se hace muy difícil y muy aburrido.
Lamentablemente no
todos los niños del mundo tienen la misma oportunidad que quienes a través de
sus maestras les ofrecen un ambiente que les estimula todos sus sentidos.
Generalmente vivimos en un
ambiente dominado por la televisión, donde la vista es sobre estimulada y los
demás sentidos son olvidados, son castigados, sobre todo el gusto, el tacto y
el olfato.
Como punto informativo, la
vista es considerada como el sentido más importante de la percepción, pero
nada más que el 10% de lo que vemos es procesado por el cerebro, el otro
90% tiene lugar en el cerebro asociando el tacto y todos los demás
receptores; cuando el recién nacido toca los objetos va aprendiendo todo lo
que a él le interesa sobre las estructuras, la forma y los colores, las cosas
las siente con su boca, la imagen tridimensional solo se forma después de los
ocho meses de edad.
Ver, incluye una
serie de capacidades y actividades que comprenden entre otras: observar,
diferenciar, mirar, detenerse, penetrar con la mirada y un montón de cosas
más.
Con la vista
identificamos las cosas y las personas, las formas, los movimientos y los
colores, así como el ambiente que nos rodea, pero somos muy selectivos con la
vista y sólo vemos lo que queremos ver, de acuerdo con nuestras aptitudes,
nuestras experiencias y nuestro estado emocional. Para poder ver un poco más
allá, como dicen, ver más allá de nuestras narices, necesitamos activar
la atención y la concentración, por lo tanto, tenemos que aprender a ver y a
memorizar lo que vemos.
El oído es
considerado como un canal de percepción secundario, cuando nuestro oído
falla, el niño tiene problemas de aprendizaje, de hablar, de escuchar, de
leer y de escribir.
A través de la percepción
corporal se desarrollan funciones como la comunicación, la motricidad
fina, la coordinación óculo manual y a través del contacto físico se
establece el equilibrio psíquico y se trasmite seguridad.
La piel es el órgano sensorial con más superficie. Las cosas
desagradables al tacto nos hacen retirarnos, mientras que las cosas que son
blandas y suaves estamos inducidas a tocarlas y entonces, a través del tacto
aprendemos a distanciarnos y a acercarnos, según nos moleste o nos agrade.
Por lo tanto, tocar y palpar desarrolla la sensibilidad, sobre todo en la
boca, en las manos, en los dedos y también en la piel.
En conclusión, el tacto
produce una determinada hormona en el cerebro que activa el sistema nervioso
y especialmente el desarrollo de las redes neuronales, es decir, la falta de
contacto disminuye las reacciones mentales y motoras.
Generalmente, en relación a todo
lo anteriormente expuesto, nosotros hacemos todo lo contrario, siempre les
andamos diciendo a los niños “no toques”, pero si nosotros los
adultos, vemos un conejito y nos imaginamos su suavidad, entonces queremos
tocarlo.
Por otra parte, no podemos saber
si algo está caliente o frío sin tocarlo, no podemos saber cuánto pesa un
objeto sin tocarlo y levantarlo, tocar es importantísimo y hay un dicho que
lo confirma “mira con las manos y toca con los ojos” Realmente eso quiere
decir, que si vemos con las manos.
Rafael Lugo Padrino
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sábado, 22 de marzo de 2014
La percepción sensorial. 033/100
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