lunes, 3 de marzo de 2014

La muerte de un genio.

La muerte de un genio.

Intenta recordar cuando tú tenías entre 3 y 5 años de edad, cuando estabas en tu guardería.
      Era un delicioso día de verano y tu maestra llega temprano, con un poco de mal humor y les anuncia con un entusiasmo fingido que todos van a realizar el dibujo de un avión.

     Tú estás entusiasmado/a, porque tú mente se llena de imágenes todas traviesas y maravillosas y estás tan ansioso/a que ni siquiera tienes tiempo para expresarlas sobre el papel que tienes en tu mesa, y ese poco de lápices maravillosos de todos los colores con que vas a crear tu primera obra de arte.

     La maestra sigue con su fingido entusiasmo, está pasando por una crisis familiar, y les dice a todos, muy bien niños, yo quiero que dibujen un avión.

     En tu imaginación puedes ver muy bien un avión, pero la técnica para extraerlo de tu cerebro y ponerlo en el papel es algo más difícil.

     ¿Qué se te ocurre hacer a esa edad?, rodeado de todos tus amiguitos, todos de tu misma edad, todos con papel y lápices en sus manos, bueno, lo más natural del mundo es que tu voltees a ver a tus amiguitos para ver lo que están haciendo.

     ¿Pero que dice tu maestra cuando se da cuenta que estás mirando el dibujo de tu amiguito?, se le sale la clase y explota con todo su mal humor retenido ya por un buen rato y te dice: “deja de mirar lo que hacen los demás”, eso es hacer trampa. (los niños aprenden imitando y copiando modelos)

     Ahora, maestra, piensa por un momento en lo que pasó realmente en esa clase, es lo mismo que hubiera sucedido si al año de edad, cuando tú digites por primera vez “mamá o papá” y alguno de ellos te hubiera respondido: “Siempre hemos sabido que serías un fracaso”, ¡NO utilices nuestro lenguaje!, crea el propio lenguaje tuyo.

     Por supuesto que ninguna madre y ningún padre diría eso jamás, ¿por qué? Porque todos sabemos, en lo más profundo de nuestro cerebro que nuestra primera forma de aprender es imitando, que imitar es nuestra primera herramienta para cualquier aprendizaje, es la forma en que nuestro cerebro adquiere los primeros principios del conocimiento, a partir de los cuáles, más tarde podemos empezar a añadirle nuestra propia creatividad.

     Esto es tan cierto para el lenguaje, como lo es para el arte, para las matemáticas y también es cierto para la ciencia y para cualquier saber del conocimiento humano.

     Pero volvamos por un momento a esa fatídica experiencia que tuviste en tu primera clase de dibujo, o de matemáticas, o de ciencia, o de algebra, o de física, o de plastilina,  en la que esa maestra te arrebató tu técnica de aprendizaje primordial (la imitación). (Los padres también hacemos lo mismo que la maestra, con la diferencia que el “NO” tiene más fuerza).

     Con mucha frustración te esfuerzas en vano y desconsoladamente hasta que se acaba el tiempo y se supone que has terminado tu trabajo, entonces la maestra te permite mirar alrededor tuyo ¿y qué es lo que ves?, muchos aviones mejores que el tuyo.

     Irónicamente, la mayoría de los niños ven aviones mejores, porque ellos están mirando la peor parte del suyo y la mejor parte de los ajenos.

     En estos momentos, tu maestra la termina de hacer, diciéndole a los niños que te ayuden a descubrir que el tuyo no es la obra maestra que tú te habías imaginado, y para colmo, uno de tus compañeritos te puede decir, no es tan bueno, no tiene alas, tu pena y tu humillación  van aumentando a pasos agigantados y tu pequeño brote  de creatividad empieza a marchitarse y la pena no termina ahí, como la maestra acostumbra colgar los dibujos de la pared, tienes que pasar una semana completa recordando tu incompetencia, tu fracaso y el no haber podido realizar tu obra maestra.

     Dentro de unos pocos días, tu maestra vuelve a empezar el día diciéndoles, bueno niños hoy tenemos clase de dibujo, y ¿Qué dice tu cerebro? Noooooo, no quiero saber más de esto. Y a partir de ese momento ya tu cerebro se ha demostrado a si mismo que no es bueno para hacer eso.

Rafael Lugo Padrino

No hay comentarios:

Publicar un comentario