Ayúdenme a celebrar la vida, háganme saber que estoy vivo, que
pertenezco a una familia que me quiere, que me adora, que mi familia está
pendiente de mi, que se baja del carro y me entrega en la puerta del colegio,
que me recoge en la puerta del colegio, no está esperando a que me saquen
hasta la puerta, jueguen conmigo, háganme cariño, pónganme a participar de la
vida, compartan conmigo esa barquilla que se han comido solos sin mi, todos
esos detallitos me hacen sentir vivos, me hacen sentir emoción, me aumentan
mi autoestima.
La
creencia crea mi realidad, en mi camino por la vida encontraré exactamente lo
que voy buscando. A lo largo del tiempo voy a dejar de ser un niñito y me voy
a transformar en un adulto, voy a llevar conmigo una serie de creencias, tanto positivas como negativas, sobre el
mundo, sobre las personas, sobre mí mismo y esas creencias van configurando a
cada instante mi forma de vivir.
Como un pez que nunca ha salido del agua y
no sabe que vive en el agua, difícilmente me daré cuenta de que mis creencias
determinan mis vivencias. Es prácticamente imposible entre yo mismo y mi
creencia en el momento en que esta actúa. ¿esto es negativo?, bueno todo
tiene su lado positivo, por una parte, esa creencia fue codificada lingüísticamente
en mi cerebro, en otras palabras, aprendí por medio del lenguaje de mis seres
significativos en los valores que dirigen mi comportamiento, por lo tanto,
existe la posibilidad de que esa creencia pueda descodificarse
lingüísticamente.
Es decir, hasta ahora tú me venías diciendo que yo no
servía para nada, que me callara, que tenía una voz fea, que yo era feo, que
yo era necio, que yo era intranquilo, que yo era un bueno para nada, que yo
era gordo, que yo era negro, que yo era un gafo, que yo era un llorón, que yo
era un malcriado, que yo, que yo, que yo, que yo…….. Ahora bien, toda creencia, una vez establecida, tiene como función
única y exclusiva perpetuarse.
A menos que empieces a reprogramar
lingüísticamente esas creencias que me instalaste en mi computadora cerebral,
al principio, lo más seguro es que me voy a sentir un poco confuso, pero
dentro de unos días me voy a ir sintiendo mejor, y tú también mi ser querido,
al saber que ya no estás dañando a tu terroncito de azúcar.
Evita decirme palabras y acciones que me desanimen, también evita
calificativos y rótulos descalificantes, Hazme saber lo que yo valgo,
reconoce mi esfuerzo por pequeño que sea y no solamente por lo que he
logrado. Expresa satisfacción por mí, no importa donde me encuentre, así yo
me sentiré seguro de mi mismo. La bendición y dame mis besitos que me los
merezco hoy y siempre. Te quiero muchísimo, más que una abeja a la miel.
Rafael
Lugo Padrino
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jueves, 6 de marzo de 2014
Creencias 07
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