Todas y cada una de las emociones nos prepara nuestro cuerpo
para la mejor acción, por ejemplo, la emoción del miedo, la sangre
inmediatamente se va a los músculos esqueléticos grandes, o sea a las
piernas y así nos resulta más fácil huir, el rostro se nos pone
pálido, sencillamente porque la sangre dejó de circular por él, al
mismo tiempo, nuestro cuerpo se congela por un instante y con esa
acción le está dando tiempo al cerebro para que piense si resulta
mejor esconderse, que decida cual acción es mejor si correr o si
esconderse, llegan inmediatamente una gran cantidad de hormonas que
nos preparan en un alerta general para la acción y nuestra atención se
fija en la amenaza que tenemos tan cerca, con eso estamos evaluando que
respuesta vamos a ofrecer.
Rafael Lugo Padrino
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